Esa noche la tropa cenó compota, no fue una cena para tirar cohetes pero la despensa no daba para más y así salimos al campo de batalla. En las trincheras no cogía ni un alma, así que me coloqué como francotirador en el punto más alto, cubriendo a mis hombres y abriendo el camino hacia la victoria. Al final no hubo casi bajas y pudimos conquistar el parque, sabía que el tobogán era un buen sitio para mi y mi tirachinas.
Donde pone el ojo pone la piedra, je je.
ResponderEliminarUn abrazo Juanjo
Me gusta.....
ResponderEliminarMerecida batalla, aunque la cena no fuese de tu agrado je je.
ResponderEliminarPisando fuerte.
Saludos