Y allí sigue, en silencio, acumulando polvo, junto al proyector de cine, el barco pirata y la nave espacial; allí sigue aquel muñeco, él que aterrorizaba mis noches con su mirada en la penumbra de mi habitación cuando era niño; con aquella sonrisa diabólica que veía incluso con los ojos cerrados. Pero hoy; después de que te arranque los ojos con el destornillador, te queme con el soplete y te entierre en el jardín, quiero ver si sigues sonriendo; hoy, treinta años después, acabará todo.
Tío, que ojos, si necesitas ayuda para rematarlo pégame un toque, je je. Hoy las voy a tener yo las pesadillas, ya verás, je je.
ResponderEliminarAbrazos Juanjo.
Si que entran ganas de darle la de el pulpo ¿ verdad? Un abrazo Miguel.
ResponderEliminarEl relato sugiere un muñeco inquientante, pero la ilustración es de terror puro. Es que hay juguetes que no se quien los habrá diseñado, porque traumatizan seguro.
ResponderEliminarAbrazos.
...y el niño creció y comenzó a rendir cuentas. Pues muy bueno Juanjo. Con lo complicado que es dar miedo y tu lo has conseguido en 66 palabras. Enhorabuena. Mucha suerte para la semana que viene :)
ResponderEliminarHola, Juanjo.
ResponderEliminarPobre muñeco, con la cara tan dulce que tiene, jajaja.
Muy bueno y no tan descabellado porque hay muñecos que dan pavor.
Un abrazo
Ufff no me extraña que el protagonista hiciera todo eso! A mí estos muñecos me dan muuucho miedo!! jeje. Nunca es tarde para rematarlos!!
ResponderEliminarSuerte para la próxima Juanjo!!
;)