Y nunca le recordaba lo que no se debía contar, tampoco hacía falta, los dos sabíamos que lo que pasaba en aquellas calles, se quedaba allí, y no se hablaba más del tema. Aún recuerdo al ladronzuelo de la semana pasada, su cara de espanto mientras se le apagaba la vida viendo su pecho perforado por una de nuestras balas; luego solo tuvimos que cambiar el móvil que llevaba en su mano, por un pequeño revólver que siempre llevo para estas ocasiones; y luego las felicitaciones de nuestros compañeros en comisaría.
Truculenta historia la que nos narras juanjo. Bien escrita y con un buen giro final, digna de un buen micro.
ResponderEliminarBuen intento. A ver si hay mas suerte en la próxima semana.
Saludos cacereños.
Gracias Alfonso, pues la frasecita de inicio se me atascó un poco, pero al final salió algo. Un abrazo.
EliminarHola Juanjo. El final muy bueno. A mi por lo menos me ha desmontado lo que llevaba en la cabeza a medida que lo iba leyendo. Podría ser un buen principio para una novela negra. Enhorabuena.
ResponderEliminarPue mira que la novela negra no me tira mucho, pero es lo que que salió jeje. Gracias juan Antonio. Abrazos.
EliminarDe los peligros de la justicia autoadministrada. El detalle del móvil inquietante. ¿Le dispararían por estar siempre con el telefonito ahí dale que te pego? je je.
ResponderEliminarAbrazos Juanjo, suerte con el frío que viene.
Espero que no le dispararan por eso, más de uno estaríamos en la lista negra. Vamos a por el frío. Un abrazo Miguel.
EliminarUna historia bastante negra Juanjo. A mí me gusta que nos hagas creer en ladronzuelos y nos ofrezcas ese giro en comisaria mostrandonos otras realidades paralelas.
ResponderEliminarUn besote amigo.
Gracias por tus comentarios Laura, algo negra si salió jeje. Besote.
Eliminar¡¡ GENIAL !!
ResponderEliminar:)
Gracias. Me alegro que te haya gustado.
ResponderEliminar