
Mientras la lluvia impía borraba la rayuela que habían dibujado, la plaza comenzó a quedarse vacía; todos los niños habían corrido a refugiarse, unos a sus casas, otros en el quiosco de don Matías y la pequeña Matilde en el peor sitio de todos, el porche de la iglesia la resguardaría de la lluvia, pero no del padre Damián que pronto la invitaría a pasar y pedirle que se quitara el vestido para poder secarla.
No hay ningún lugar al resguardo ... o al menos cada vez cuesta más encontrar alguno. Me parece que la historia podría apuntar mucho más allá de los padres Damianes. Gracias por compartirlo. Un saludo :)
ResponderEliminarEncontrar a la bestia donde debía encontrar refugio.
ResponderEliminarAbrazos Juanjo.
Duro relato el tuyo...
ResponderEliminarBesicos muchos.