Papá, ¿tú no tienes frío?
Era la pregunta que me hacía mi hijo cada dos minutos; sé que cinco horas pescando en aquel maldito lago eran demasiadas para él; yo me limitaba a contestar, que aprendiendo a sufrir se haría un hombre. La verdad es que sabía que si volvíamos antes a casa, encontraríamos a mamá con su profesor de pilates haciendo algo más que gimnasia; quería evitarle ese sufrimiento; quiero que se haga un hombre; pero no tan rápido.
Hola Juanjo. Me ha gustado mucho. El padre que has descrito me parece de los más pragmáticos de todos los que han rondado por los relatos esta semana. Me encanta como lo has rematado. Te podías haber plantado antes pero esa última cavilación es lo que engrandece realmente tu historia. Enhorabuena. Suerte para el siguiente :)
ResponderEliminarGracias Juan Antonio. Ahí seguimos jeje. Suerte a ti también. El tuyo de esta samana; genial.
EliminarBuenas tardes Juanjo, ¡qué prudencia la de ese hombre! ¡y cuánto amor por su hijo!
ResponderEliminarMe ha gustado tu forma de narrar el pensamiento de ese hombre, y cómo el sufrimiento asociado a la idea de crecer se desvanece cuando se trata del propio niño.
Un abrazo para ti y mucha suerte en las siguientes.
Gracias Laura. ¿Qué no harías por un hijo? Aunque hasta ese punto ...no sé. El tuyo de esta semana, genial, ya te lo dije. Un abrazo.
EliminarMe gusta la vuelta que le diste a tu "papá" Juanjo, lo que es capaz de hacer por su hijo.
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias Miguel. con tanto papi, tanto papi, pues tiene que haber de todo, el tuyo forzudo con frío y el mio... cornudo consentido jeje. Un abrazo crack.
EliminarMe ha gustado mucho. No me esperaba ese giro.
ResponderEliminarSaludos!!
Gracias. Me alegro de haberte sorprendido. Un abrazo.
Eliminar